El mindfulness, también conocido como atención plena, a pesar de sonar moderno y novedoso se trata de una práctica que tiene más de veinticinco siglos de antigüedad, originándose en el budismo. Sin embargo, no es hasta la actualidad cuando empieza a incluirse en distintas intervenciones y terapias psicológicas, resultando de gran utilidad para aumentar la consciencia en el momento presente y para responder adecuadamente a lo que sentimos y pensamos.
Jon Kabat-Zinn, quién introdujo el mindfulness en occidente, describe el mindfulness de la siguiente manera: «Consiste en el proceso de observar expresamente cuerpo y mente, de permitir que nuestras experiencias se vayan desplegando momento a momento y de aceptarlas como son. No implica rechazar las ideas ni intentar fijarlas ni suprimirlas ni controlar nada en absoluto que no sea el enfoque y la dirección de la atención. […] La atención plena no implica intentar ir a ningún sitio ni sentir algo especial, sino que entraña el que nos permitamos a nosotros mismos estar donde ya estamos, familiarizados más con nuestras propias experiencias presentes un momento tras otro».

Como todos sabemos la mente está siempre divagando de un lugar a otro, arrastrada por distintos pensamientos, emociones, sensaciones corporales, etc. El primer objetivo de la práctica de mindfulness es aquietar la mente, calmarla, tornarla serena y tranquila. Para ello tenemos que aprender y practicar el centrar la atención en algo concreto, siendo especialmente útil focalizarla en nuestra propia respiración. Otro de los objetivos que se pretende es observar sin juzgar ni juzgarnos, es decir, permanecer en un estado donde atendamos sin reaccionar ni valorar continuamente a lo que nos rodea y a nosotros mismos. De nuevo, es necesario entrenar esta habilidad para hacernos conscientes de nuestras experiencias internas y externas.
Por todo ello, los ejercicios de mindfulness son especialmente útiles para que los niños aprendan a calmar su mente y puedan concentrarse mejor, además de aprender a sentir y comprender sus emociones. Según los estudios, la práctica del mindfulness en la infancia contribuye a:
- Mejorar su atención
- Desarrollar otras variables relacionadas con el bienestar emocional, como son el autoconcepto, la autovalía o la regulación emocional
- Ayuda a relajarse, a pensar y a tomar conciencia de su cuerpo, sus emociones y sus pensamientos.
Referencias:
- Castro, S. (20 de octubre de 2020). Qué es el mindfulness: ¿es lo mismo que meditar? Instituto europeo de psicología positiva. https://www.iepp.es/que-es-el-mindfulness/
- Mañas, I. (2009). Mindfulness (Atención Plena): La meditación en psicología clínica. Gaceta de Psicología, 50, 13-29.
- Snel, E. (2013). Tranquilos y atentos como una rana. Kairós.
Autora: Sara Pérez Abraldes. Psícologa
Nº Colegiada: G-6178
