Son muy frecuentes las consultas que nos llegan porque un niño/a rechaza alimentos por su textura, la temperatura, el color, por las preferencias alimentarias que se convierten en rutinas, etc.

Es muy importante tener en cuenta las siguientes claves antes de interpretar que nuestra/o hija/o presenta un problema de procesamiento sensorial:

  1. Su inicio tiene que haberse producido desde el momento del cambio a las texturas sólidas o bien tras un problema de salud (enfermedad, intervención invasiva oral, entre otras muchas causas).
  2. Es necesario descartar un problema de conducta.
  3. Está asociado frecuentemente a trastornos del neurodesarrollo.

En el caso de que se cumplan una o más de una de estas premisas es preciso consultar con un terapeuta ocupacional especialista en Integración Sensorial y con experiencia en intervención de problemas de procesamiento sensorial en la alimentación para realizar un diagnóstico diferencial  entre un trastorno alimenticio de tipo sensorial, un problema de conducta o una alteración de la alimentación debido a rutinas en el entorno que es preciso modificar.

¿QUÉ ES UN TRASTORNO DE PROCESAMIENTO SENSORIAL ORAL?

Es una dificultad para percibir adecuadamente los estímulos que recibimos dentro y fuera de la boca cuando comemos, nos cepillamos los dientes o nos tocan. La dificultad en la percepción consiste en reconocer si ese estímulo es dañino o no, de tal forma que se puede sentir que nos hacen daño o bien no llegar a sentir adecuadamente determinados estímulos. En algunos casos, ni siquiera se perciben.

¿Cuáles son las consecuencias de este tipo de trastornos?

Las niñas y niños pueden tener dificultades a la hora de cepillarse los dientes, tener preferencias por comer siempre alimentos de determinadas texturas (sólo purés o alimentos duros y crujientes) y rechazar otras, demandar alimentos de sabores fuertes, rechazar alimentos por la temperatura (perciben que está demasiado caliente o demasiado frío), introducirse poca cantidad de comida o llenarse la boca de tal forma que casi no se puede masticar ni tragar, no dejarse tocar y/o tener problemas articulatorios que afectan al lenguaje porque no han adquirido una adecuada conciencia de la zona oral.

Es preciso tener en cuenta que el problema tiene que mantenerse en el tiempo y debe estar causando una restricción de participación tanto a la niña o al niño como a su familia en las siguientes actividades de la vida diaria: la higiene personal, la alimentación o las relaciones interpersonales.

¿Se puede intervenir sobre estas alteraciones?

Por supuesto que puede llevarse a cabo una intervención previamente valorada por un equipo multidisciplinar en el que intervienen los servicios de terapia ocupacional, logopedia y psicología.  En función de las necesidades detectadas puede iniciarse un abordaje conjunto o por un único profesional. 

El trabajo es un esfuerzo coordinado entre el equipo y la familia que requiere de constancia y de una detección precoz.

Autora: María Pilar Blázquez Ballesteros.  Directora y Terapeuta Ocupacional Colegiada

Nº Colegiada: G-3